Si algo puede realzar la belleza del rostro, ese es look de nuestro cabello. Pero antes de elegir un corte o peinado especial, debemos ver cuán saludable está a partir de un diagnóstico de brillo y color.
Es fácil darnos cuenta si nuestro pelo tiene un aspecto opaco y/o con las puntas horquilladas. Además, cuando vayamos a la peluquería, el estilista nos dirá si nos conviene teñirlo, de qué color y en qué forma. Y en caso lo hayamos hecho incorrectamente, cómo reparar el daño.
Antes de cualquier cambio, es preciso darle a la cabellera un acondicionamiento especial que puede ser a base de barro mineral. Así el cuero cabelludo logrará un máximo de hidratación que lo preparará para la aplicación de otros productos químicos.
Se comienza aplicando rayitos más claros que el color original del cabello, a fin de que el teñido pueda acentuarse mejor. Pero para no maltratarlo, se recomienda esperar de mes a mes y medio entre cada proceso.
Una vez que haya pasado ese tiempo y nuestro pelo se haya adaptado a los rayitos, podremos escoger el tinte apropiado según la carta de color y el efecto sobre nuestras facciones y tipo de piel.
Personalmente, creo que se ve mejor utilizar el color natural con algunos mechones de un tono más claro, pero parecido al original. Y si vamos a realizar un cambio radical, que la proporción entre las tonalidades sea semejante (solo asegurémonos de que no se vea artificial).
Así mismo, para el toque final del peinado, conviene aplicar una crema con efecto gloss, que da la apariencia de delicados destellos de escarcha y evita que los pelitos parados arruinen el look de fiesta.
Imagen: BellezaMujer.org
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